Se podría afirmar que la Semana Santa de Cuevas del Almanzora es de las más folclóricas, coloridas y sentidas de España. Claro que las grandes capitales andaluzas se llevan la palma, pero este pueblo concentra en unas pocas calles lo que en Sevilla discurre por media ciudad.

Al margen de las creencias de cada uno, es innegable hasta qué punto la religión católica apostólica y romana ha definido la historia de España. Las Iglesias, los conventos y las celebraciones religiosas son las que marcan los puntos de referencia de toda la vida del pueblo.

Doña Bendita quería ser monja. Era una devota sincera y entregada a las hermandades y los pasos de la Semana Santa de su pueblo. Pasaba el año entero rezando, y también anhelando que llegase la Pascua con toda su pompa, color y drama.

¡Y la legión! El cuerpo de legionarios visitaba Cuevas del Almanzora cada año para rendir homenaje con sus desfiles y demostraciones a la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Doña Bendita se entregaba en cuerpo y alma, más bien se entregaba en alma a la Pascua, y en cuerpo a la legión.
¡No podía evitarlo! ¡Es que los uniformes la perdían!
Esos muchachos fornidos, desfilando y con sus uniformes…
Por suerte o por desgracia la legión solo visitaba el pueblo durante un par de días, lo cual limitaba que pudiese pasarse a todo el batallón por la piedra. Por supuesto, luego se arrepentía, y mucho, pero cada año volvía a caer con la precisión de un reloj.

Doña Bendita luchaba por reconciliar su fe con sus pasiones. No podía negar ni las unas ni las otras. ¡No sabía qué hacer!

Su habitación emulaba una celda de convento, aunque con demasiados lujos, como los que le pedía su cuerpo. Si no hubiese sido pecado suicidarse, lo habría considerado. Tal era su culpa, remordimiento y descontento consigo misma.

Llegó un punto en el que incapaz de lidiar con tantas pasiones, se fugó del pueblo. Adiós a todo. Ni legión, ni Semana Santa, ni más presiones, ni nada.

Se fue a la ciudad. Y se hizo Disc Jockey: ¡DJ Bendi! Pinchaba con tal pasión que tuvo mucho éxito, aunque seguía dividida. Echaba de menos su pueblo, aunque no deseaba volver.

Así que se le ocurrió montar el mayor evento de música electrónica de España en Villaricos.

Al menos, una vez al año, pudo seguir festejando en cuerpo y alma en su pueblo sin jamás volver a sentirse culpable de nada.

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Cuevas del Almanzora 

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